En su labor cotidiana, el traductor se confronta con la multiplicidad de las lenguas, experimentando su irreductible diversidad: ¿se trata de una condición de imperfección (casi una condena, tal como nos enseña el relato bíblico de la Torre de Babel) o de algo que puede tener un significado positivo? Esta pregunta es el punto de partida para una serie de reflexiones acerca del significado filosófico de la traducción. ¿Qué nos enseña, pues, la práctica de la traducción? En la senda de algunos autores que reflexionaron sobre ésta -como F. Schleiermacher y J. Ortega y Gasset-, se tratará de mostrar cómo la traducción es una práctica esencial en el desarrollo de las culturas, que favorece su ósmosis y que, sobre todo, les permite volverse conscientes de su diversidad. Si, por un lado, el traducir puede ser síntoma de un arraigado nacionalismo, por el otro, puede ser una manera para evitar la cerrazón totalitaria: traducir, como decía Ortega con una bella metáfora, “es hacer un viaje al extranjero”. El oficio del traductor tiene por lo tanto un gran significado político y cultural: el de favorecer este encuentro, en el límite entre cerrazón identitaria y sentimiento de la diversidad.
“Un viaje al extranjero”. Sobre el significado politico y cultural de la traducciόn
G. CHIURAZZI
2020-01-01
Abstract
En su labor cotidiana, el traductor se confronta con la multiplicidad de las lenguas, experimentando su irreductible diversidad: ¿se trata de una condición de imperfección (casi una condena, tal como nos enseña el relato bíblico de la Torre de Babel) o de algo que puede tener un significado positivo? Esta pregunta es el punto de partida para una serie de reflexiones acerca del significado filosófico de la traducción. ¿Qué nos enseña, pues, la práctica de la traducción? En la senda de algunos autores que reflexionaron sobre ésta -como F. Schleiermacher y J. Ortega y Gasset-, se tratará de mostrar cómo la traducción es una práctica esencial en el desarrollo de las culturas, que favorece su ósmosis y que, sobre todo, les permite volverse conscientes de su diversidad. Si, por un lado, el traducir puede ser síntoma de un arraigado nacionalismo, por el otro, puede ser una manera para evitar la cerrazón totalitaria: traducir, como decía Ortega con una bella metáfora, “es hacer un viaje al extranjero”. El oficio del traductor tiene por lo tanto un gran significado político y cultural: el de favorecer este encuentro, en el límite entre cerrazón identitaria y sentimiento de la diversidad.File | Dimensione | Formato | |
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